Hace más de cinco años que debo y quiero escribir esta carta y de hoy no pasa.

La Fundación que presido está en deuda con una gran cantidad de personas.

Son personas extraordinariamente especiales.

Son capaces de darlo todo y más por una buena causa.

Llegan a la extenuación por ser útiles y ayudar a los demás.

Son sencillos, sensatos, humildes, amables, encantadores, de corazón limpio y con una enorme capacidad de amar a los demás.

Son capaces de acabar sus jornadas laborales o lectivas y volcarse con la Fundación para colaborar y ayudar generosamente en lo que se les solicite, ya sea utilizando sus “contactos personales” para culminar gestiones o conseguir favores.  Aunque tengan de estar más de diez horas bajo un tórrido sol o bajo la lluvia; de permanecer en su labor con frio o con calor, cargando y descargando grandes pesos; atendiendo, siempre con la mejor sonrisa, el mejor talante, la mejor disposición y el mejor resultado a cualquier tipo de personas , tanto a las que son amables con ellos como a las otras.

Sencillamente son lo mejor, SON NUESTROS VOLUNTARIOS.

Unos apenas dejaron de ser unos críos para empezar a ser jóvenes, otros ya son más maduritos, pero todos, absolutamente todos son sublimes, todos comparten ese don, ese “gen” de ser capaces de amar, de ayudar, de ser solidarios.

Y todo ello, sin pedir ni esperar nada a cambio, ninguna retribución, ninguna recompensa; ningún cobro por tanto esfuerzo, por tanto trabajo, por tanta entrega, por su dedicación o por su sacrificio.

Ellos saben que su enorme labor no se puede pagar con dinero, (estoy seguro de que no lo harían por dinero) su recompensa es la felicidad de saberse útiles, de saberse necesarios, de saber que gracias a ellos, un grupo de personas desfavorecidas son ayudadas por nuestra Fundación.

Y es tanto lo que consiguen con sus actos que son, todos, tremendamente ricos; pero no de esa riqueza material y ficticia que tanto persiguen otros; si no de la riqueza que realmente importa; son millonarios en amor, en felicidad, en paz interior, atesoran emociones.

Son la muestra de que la Fundación no es sólo la labor que hacemos,  La Fundación también son ellos.

A todos ellos, sin excepción, les estamos totalmente agradecidos.

Con todos ellos, sin limitación, estamos y estaremos eternamente en deuda.

Sirva como primer pago de esa deuda nuestro agradecimiento en estas líneas.

Gracias, muchas gracias; a Abel, a Adriana, a Alicia, a Alex; a … Angel “pichi” Alonso, Angel Fernández, Angeles, Angels López, Anna Franquesa, Anna Mazorra, Antonio, Asun, Aurelia, Beli, Blanca, Carla Cendrós, Carla Hernández, Carlota, Christian, Crisitina Morales, Cristina Benitez, Cristina Gonzalez, Cristina Molins, Dácil, Dani, Elia, Elisabet Cabestany, Elisabet Cano, Esther, Fernando, Fran, Gara, Genis , Gloria, Héctor, Hugo, Iago, Iris, Isabel, Javier, Joan Bartolomé («El mago»), Jonatan, Jordi («Sariolus»), Jose Manuel Cristóbal («el Chef»), José María, Juan Carlos, Judith, Julia Cristóbal, Julia Esteban, Julio, La buena gente de Pim Pam Pum, La buena gente de Publicitarios Implicados, Laura, Lorena, Luis, Maite, Manel, Marc, María (“la nonna”), Maria Euguenia, María José, Marta Cailá, Marta Esteban, Marta Maier, Marta Mora, Marta Pedrico, Martín, Miguel, Monica González, Mónica Rigau, Montse, Neus, Nuria, Pablo, Paula Domingo, Paula Ledesma, Pepe, Queralt, Rafa («el rubio»), Rafa («er de Jeré»), Ramón, Ricardo, Richard, Sandra, Sandra Escriche, Sara Coe, Sofia, Sonia Cristóbal, Sonia (“la de la Flamenca”), Teresa, Toni, Verónica Machado, Verónica Montero, Vicky, Victor Fernandez, Victor Guilló, Victor Machado.

Y por supuesto gracias a mi madre, Doña Federica Cerdá, la primera voluntaria de la que tuve constancia en mi vida, por haber sembrado en el alma de todos los que te conocimos, de todos los que aún te seguimos queriendo, la semilla que hace  florecer cada día nuestro deseo de ser útiles a los demás.

A todos, de corazón, MUCHÍSIMAS GRACIAS.!!

Federico González
Presidente.
23-06-16